jueves, 12 de junio de 2014

Fin de etapa

Hoy es el día que retomo este blog, que pretende recoger anécdotas y reflexiones de una persona (aparentemente) normal, y digo "retomo" porque este que expongo a continuación es precisamente el motivo de mi abandono precoz de este pseudo diario.
Hoy es un día significativo.
Hoy es el día antes del día que (se supone) termino todos los exámenes de una carrera que llevo cursando durante cuatro años.

Y retomo este espacio, mio y solamente mio, donde nadie me dice qué y cómo escribir, para redactar la que pretende ser mi carta de despedida de esta etapa y de ciertas personas a las que, seguro, por lo menos en un tiempo, no veré.

Para todo ello, me voy a remontar a aquel mayo- junio de 2010 en los que decidí empezar los estudios de magisterio y matricularme para completar tal objetivo. Siempre (desde que dejé de considerarme a mi misma como tal) me ha gustado trabajar con niños, observar sus interacciones, crecer con ellos, participar en sus pequeñas vidas llenas de grandes miras... y me vi y me veo capacitada vocacional y profesionalmente para contribuir en esta labor.

Tenía el apoyo de mis padres, de mi chico (que no entendía por qué no lo había hecho antes) y de mi circulo cercano (tampoco es que este apoyo fuera vital en esta decisión, pero bueno, siempre ayuda...). Como cabía esperar, no entré en junio en las primeras listas ni en las segundas ni en las terceras de septiembre... ya me veía (como muchos otros) en Pedagogía un año para más tarde cambiarme... o en la UCAM, lo cual no entraba, para nada, en mis cálculos. Finalmente, entré en esas "listas" que yo llamo "buenoentraperoporlospelostedanporelojete". 

¡Y entré! .................................... en el turno de tarde... WTF?

(En resumidas cuentas, pude cambiarme al turno de la mañana, después de un mes de tiras y aflojas, de idas y venidas...)

El primer día que pisé el aula del grupo 4 de 1º de Grado de Educación Primaria, pensé... 
- madre mía, cuanto crío y yo ya con 23 añazos - 
(sí, así de triste... me creía tan súper mayor). Lo peor es que con los meses se evidenció precisamente todo lo contrario... cualquiera o casi cualquiera de ellos parecía menos crió que yo cuando abría la boca...

Volviendo a ese primer día de aula (o segundo) en estas clases así, escalonadas ellas, me senté detrás de una de las personas de las que ya no me separaría en mucho tiempo. Ese día conocí a Librada, la cual la primera ve que me vio, años más tarde me dijo que pensó que no debía ser muy normal porque no entendía que una persona de veintitantos años se pusiese dos trenzas como si fuese una cría. Como digo, desde entonces no nos hemos separado por mucho y la verdad que es una persona de la que he aprendido grande valores, pero sobre todo, que si no haces algo que te propones es porque no quieres, porque se pueden sacar fuerzas de los rincones más recónditos de tu ser. Si alguna vez se me ha pasado por la mente tirar la toalla, solo bastaba con acordarme de ella y pensar, si ella puede, yo también. Sin lecciones de vida ni consejos maternales, solo con actitudes, he aprendido que la autosuperación no es una idea absurda de unos pocos y que luchar trae recompensas. Por ello, gracias.

Un poco más tarde, ese mismo día y de refilón, conocí a Rubén... pero ese primer año no cuenta, porque el pisaba la clase poco y no hubo mucho roce (es que era de esos que había hecho un año de pedagogía y ahora estaba en magisterio con varias asignaturas convalidadas... "de esos", jajaja). Fue en el segundo año de carrera cuando empecé a conocer bien a ese "melón" de persona, que me ha llamado "muñi" durante cuatro años, con el que difícilmente me he reído más en estos cuatro años... solo a nosotros se nos ocurría ponernos "El Mundo Today" mientras "atendíamos" a la explicación de turno, intentando que no se nos notase que nos estábamos descojonándonos. Todavía me acuerdo y me río sola. Mi pequeño chico sin mucha sangre en las venas, en realidad ha demostrado tener más de la que nos pensábamos y un corazón enorme. Por esas risas inolvidables, gracias (ah! y por el billete a Alicante ida y vuelta, jajaja)

Ese primer año coincidí en grupo de trabajo con Yanita, esa loquita rusa que seguirá siendo toda una incógnita a día de hoy. Charlas, risas y una época en la que la veía como una hermana pequeña. Qué recuerdos tan bonitos tengo de y con ella esos dos primeros años de carrera donde estábamos todas las clases juntas... y en el laboratorio... a veces, parecía que nos habíamos fumado algo... La verdad, no sé cómo definirlo con palabras pero tengo recuerdos muy buenos con la rubia. Para ella, un "vengaaaa, taluegoooo" jajajaja... y un enorme gracias por cada uno de los momentos juntas.

Y por último, a todos aquellos que poco a poco se fueron anexionando y con los que me sentí como en una gran familia. Porque, parecerá una tontería, pero este último año, la mayor dificultad ha sido llegar a clase día tras día y no ver nada más cruzar la puerta todas esas caras más que conocidas con las que he compartido tres años de mi vida: Menchu, Mamen, Alberto, Raquel, Cristina, Rebeca, Maricruz, Vero, María Marín, Sara, Pedro... 

A todos, muchas gracias por los momentos compartidos, por formar parte de nuestras historias de vida de cada uno de nosotros, por los apoyos, por las miradas complices, por las tardes de academia, por las idas, por las venidas, por las sonrisas a las 9 de la mañana, los "Elena, callate que quiero escuchar", las clases de plástica de los viernes en el edificio cochambroso, las manos gigantes del profesor, las cervezas en el kioskillo de psicología, las sesiones de laboratorio surrealistas, la despedida de verano en casa de Mamen los "ya está la pesada de Elena preguntando", la cena prenavidad en casa con el Party, las ODIADAS y SUPERADAS matématicas... y un largo "etc".

De corazón, gracias por formar parte de todas estas historias que hoy en día puedo contar y por esa sonrisa que me sale cuando me acuerdo de todos esos días. Gracias por haberme hecho sentirme tan querida.

Esos primeros días de clase, pensar en el fin de esta etapa daba vértigo y lo sentíamos muy lejano. Y aquí está. Mi mayor deseo hubiese sido que nos graduásemos todos juntos y despedirnos como el momento lo requiere, pero visto lo imposible de este asunto aprovecho estas líneas para desearos lo mejor a todos en la nueva etapa que empieza. Desearos también que pronto os encontréis trabajando en aquello por lo que lleváis años luchando, que os entreguéis de corazón a esta profesión, que la améis a pesar de sus "contras" y que tengáis muy presentes todos los días sus "pros", que nunca olvidéis que con vosotros "caminan" niños y niñas, diferentes e iguales a la vez, y que no hay mayor satisfacción en esta profesión que crecer con ellos y sus sonrisas, sus abrazos y celebrando sus progresos y ayudándolos en sus pequeños tropiezos.

Gracias con todo mi corazón.
¡Enhorabuena a todos!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blogging tips